Toda predicción adivinatoria y también la profecía, parten del supuesto lógico de que el futuro existe en alguna parte, el cual en circunstancias especiales es posible conocerlo.
Si el futuro existe debe estar en otra dimensión diferente a las tres dimensiones espaciales.
El tiempo como lo experimentamos los seres humanos, es la cuarta dimensión. Nosotros estamos inmersos en la cuarta dimensión, pero no podemos verla, estamos limitados a percibir solo el presente temporal, con sus tres dimensiones espaciales de largo, alto y ancho. El tiempo es la cuarta dimensión espacial, significa que en otro plano, el tiempo tiene forma, la cual no podemos ver porque solo podemos percibir el instante.
Las representaciones gráficas que han tratado de mostrar esta idea, especialmente en la tradición tibetana de los mandala (Bhavacakra), muestran la vida de un ser humano dentro de un circulo, con divisiones que marcan las diferentes etapas por las que pasamos desde el nacimiento hasta la muerte.
Si proyectamos nuestra vida en un dibujo, la representamos como una línea, al igual que una película que contiene un desarrollo lineal en su ejecución, de pasado, presente y futuro o comienzo, desarrollo y resultado. Bueno, esta línea de nuestra vida, la mejor manera de entenderla, es en un círculo donde el punto de inicio o nacimiento es el mismo que el de término o muerte, que expresa el punto donde se cierra el círculo. Esta rueda de la vida, aparece representada en el arcano X, La rueda de la fortuna. También corresponde a la idea budista de la rueda del samsara, de nacimiento y muerte.
La adivinación del futuro
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Fig. Del Marsella restaurado libro Yo el Tarot de Alejandro Jodorowsky, Edición digital de Ediciones Quintaesencia, México, 2012